martes

Video de Inauguración en Galería Enlace

Instrucciones para habitar el dibujo - DIEGO OTERO


I
Cromoterapia, el proyecto inmediatamente anterior de la escultora Nani Cárdenas, arribaba a un particular entendimiento del dibujo en el espacio desde la noción de tejido. Los moldeables y delgados cables de telecomunicaciones se desplegaban en el vacío de la sala como coloridas redes que trazan una promesa de figura viva –humana, vegetal o animal– y que luego se retraen en la simple forma pura, la línea corriendo, el nudo. Pero no era solo el placer de dibujar en el espacio lo que estaba entonces en juego: en su nítida resignificación del material, Cromoterapia simbolizaba a la vez una expectativa y un vestigio de comunicación.
Esa doble carga de sentido permanece en Cuaderno de dibujo, solo que ahora el cable profusamente reciclado abarca aún más territorios de representación. E impone también un dramático cambio de perspectiva. Si en Cromoterapia el punto de partida para llegar al dibujo era el tejido, ahora la estrategia gira 180 grados y nos muestra su revés: el dibujo es el punto de partida para llegar, unas veces, a un bordado que está entre una gráfica de la intimidad y una singular filiación expresionista; y para llegar, otras veces, a un sofisticado diseño espacial que libera la fantasía de habitar el dibujo; la fantasía de que el cuerpo se relacione con el dibujo.

II
Como otros artistas, Cárdenas suele acompañar la cotidianeidad con libretas intervenidas por collages, dibujos y textos. Estas libretas funcionan a la manera de diarios gráficos, y evidencian una voluntad de inmediatez, de registro emocional no mediado. De ahí parte todo en Cuaderno de dibujo. Y la primera escala del proyecto, Hojas sueltas, es el resultado de lo que se pone en juego a la hora de traducir las imágenes de esas libretas a un bordado de hilo y alambre sobre tela. ¿Qué se pierde y qué se gana en esa operación?, ¿qué nuevas promesas de sentido se convocan? En Hojas sueltas las asociaciones habituales que ofrece la noción de bordado (delicadeza, valor utilitario) son persuasivamente subvertidas, y se aproximan a una vocación emancipatoria; a una ética de la sensorialidad. El alambre se tensa y se crispa y juega incluso a representar la velocidad del trazo a mano alzada que se escapa de la tela y se adueña del aire, de los márgenes de la convención.

III
Un conjunto de formas grácilmente corpóreas habita la instalación Apuntes a lápiz. Cada una de las piezas representa, a través del moldeado de hilos telefónicos marrones y blancos, un típico boceto de figura humana en movimiento. Solo que la escala es real, y la figura incompleta, flotante o apenas sostenida en un paso de danza congelado, convoca otras –aparentemente ambiguas– semejanzas: el poblado silencio de un bosque o, incluso, si somos extremadamente suspicaces, la escalofriante congeladora de una carnicería. Apuntes a lápiz nos invita a ingresar en su propio organismo, a medirnos con él. Y en la huella que dejan nuestros pasos sobre el polvo de cuarzo (que uno imagina cayendo como polvo de tiza), testificamos el registro del dibujo en el vacío; el registro del aire –la nada, la pura voluntad– como soporte de trabajo.

IV
Los gruesos cables eléctricos de Tinta negra –no es gratuito que el nombre técnico de dicho material sea “acometida”– son también conductores de un alto voltaje expresionista, solo que no están en pugna con un formato bidimensional sino que se apropian plenamente del espacio. Dispositivo que juega a fijar y sostener la rapidez de un trazo grueso y de dimensiones heroicas, Tinta negra es en realidad una instalación que gira en torno a las nociones de pasión y persistencia: las grandes figuras solo existen de la cintura para abajo; solo existen para avanzar y para desear. Y la potencia de ese dibujo –de las gruesas gotas que caen y se acumulan en un enorme volumen– se transfigura en escultura. Es decir, se libera.
Diego Otero, marzo de 2009

Pie de página por Luisa Fernanda Lindo

¿Qué es el vacío sino la ausencia de un cuerpo? Así como para De Certau, el espacio se construye por medio del desplazamiento del caminante, Nani Cárdenas se enfrenta con la galería y empieza a construir su espacio por medio del tejido realizado con hilos telefónicos y cables eléctricos. El elemento crea el espacio: un cuaderno con sumas es uno de cuentas; uno con versos es una bitácora. Al aparecer un dibujo, toma nombre: Cuaderno de dibujo.
Para Cárdenas, el cuaderno de dibujo se convierte en el punto de fuga, por el cual reafirma una manera de pasar la vida. La inmediatez (el dibujo) es trasladada al medio (el cuaderno); luego, la artista, ubicándose ya en la galería, hace de ese medio el conducto principal de donde derivan tres líneas que abarcan el espacio: “Hojas sueltas (bordados)”, “Apuntes a lápiz (hilos telefónicos)” y “Tinta negra (cable de acometida)”. De esta manera, espacio y tiempo confluyen en el tránsito de las líneas, que marcan a la vez al cuerpo -bordado, anudado, tejido y soldado-.
Lo dado (el material) y lo nuevo (el espacio) se enfrentan en un diálogo ininterrumpido, que se manifiesta principalmente en “Apuntes a lápiz”; en donde la finura del cable telefónico que compone cada pieza, asemeja los trazos rápidos de bocetos. Así -entre veladuras desveladas- tierra y aire se concentran en la atmósfera de los cuerpos danzantes, donde la propia carne se torna la proyección de una sombra, dando la sensación de desvanecerse en el aire -mientras los pasos de los visitantes, que van haciendo y deshaciendo trazos sobre un suelo de arena, reconstruyen la escena de la artista en su encuentro con el espacio vacío-.
De la fragilidad de la danza y lo efímero del trazo andado, van apareciendo rostros, historias mínimas, que entran en una red conversacional; haciendo de la hoja en blanco puntos y líneas que se interceptan, anudan y desanudan, en un lienzo (des)bordado, para finalmente volcarse en un discurso fragmentado. Así, el dibujo recosido se vuelve desesperado en el intento de la artista de querer fijar con sus manos lo intangible. Hay, en estas “Hojas sueltas”, una pulsión de búsqueda y encuentro que hace que el deseo se vaya dilatando en trazos más gruesos que teje, entreteje, suelda y amolda, hasta que el material se le escapa de las manos.
En este desborde, en este chorrear, es que aparece “Tinta negra”, siendo su material el conducto por donde fluye la tensión de tres guerreros – esculturas sólidas de grandes proporciones-; mientras en un rincón, casi replegándose, un flujo de cables que penden desde lo alto, rompen en un tejido caótico, haciendo contrapunto con el espacio marcial.
Cuaderno de dibujo constituye no sólo la prolongación de las notas de Nani Cárdenas, sino que nos invita a caminar por el mundo descifrando formas, leer lo nuevo en lo ya conocido y, mezclarse con las sombras.
Marzo, 2009

sábado

CROMOTERAPIA / CHROMETHERAPY - 2008

Hilar colores, tejer sentidos
No es gratuito que sea la figura de la red la que mejor define el trayecto realizado a través del tiempo por el vocabulario visual de la escultora Nani Cárdenas. La figura de la red como estrategia y como ruta de desplazamientos, pero también como metáfora. Desde aquellas investigaciones iniciales en los intersticios de sentido de la talla en madera hasta el delicado y complejo dibujo en el espacio de Cromoterapia, estamos ante una obra que ha ido adensándose simbólicamente y conquistando territorios de experiencia y de representación. Territorios que se entrelazan, se cruzan y se comunican, y que en ese movimiento encuentran pertinencia.
Hay en este crecimiento expansivo, sin embargo, un elocuente punto de quiebre: una pieza de formato medio llamada Aracne. Una pieza que reelabora, desde la misma elección de los materiales, el mito de la hilandera que desafía a los dioses y es transformada en araña. En la pieza, que representa al personaje como una criatura mutante, la parte humana sube desde la cintura en un grácil trayecto de madera, y la parte animal corre en la forma de una serie de larguísimas extremidades metálicas. Extremidades que son dedos diseñados para hilar, pero que también son, en sí mismos, hilo, promesa de tejido.

Aracne, pues, además de ser una escultura que engarza dos etapas definidas en la obra de la artista –el trabajo con la madera y el hilado en metal–, opera como una poética. Una poética que nos revela el sentido que la obra de Cárdenas le ha venido otorgando al acto de tejer, que es celebración y documento de enlaces, pero también labor de supervivencia. La araña teje para capturar su alimento y definir los límites de su territorio. Y su tela es también su saliva. Es decir, la imagen metonímica de su discurso. De modo que, finalmente, al interior de este apretado universo simbólico, el discurso termina siendo alimento; la representación se nutre del hecho comunicativo.

Y si nos atenemos al mito que da origen a la pieza, y recordamos que aquello que desencadena la tragedia en él es una suerte de desinformación voluntaria –una particular interferencia en la comunicación–, entonces podemos entender a cabalidad la elección de los materiales recientes. Porque en Cromoterapia no se trata de reciclar cables de telecomunicaciones solo por su ductilidad, ligereza y color, sino porque reverbera en ellos una doble acepción: son, a la vez, expectativa y vestigio de encuentros virtuales. Así pues, en su explosión vitalista, en su apariencia de danza de velos y conjuro curador, Cromoterapia es sobre todo una celebración del diálogo.

Al interior de las coordenadas que la obra de Cárdenas propone, el tejido ha dejado de ser funcional, genérico, anclado en el clisé de lo femenino, para convertirse en una representación del dibujo en el espacio: colores puros, trazos libres, nudos y desenlaces. Cada una de las piezas de Cromoterapia actúa rítmicamente; gana volumen y más allá se angosta hasta ser superficie, y se ofrece como boceto de figura humana, animal o vegetal, para luego volver a ser solo línea corriendo, forma pura. Así, Cromoterapia es también un cuaderno de dibujo. Un cuaderno cuyo material es el reciclaje semántico de la palabra tejer.

Diego Otero, Marzo de 2008

jueves

NANI CÁRDENAS


Conexiones/Desenlaces
Territorio inhabitado, escenario urbano, espacio de todos y de nadie.
Es el hogar transitorio de apariciones de sombra y luz.
Dibujos en alambre que tejen cuentos inconclusos, entrelazando las dimensiones de sus formas con el entorno.
Las esculturas de Nani Cárdenas, puestas en escena en el espacio público a través de un proyecto fotográfico con los artistas Luis Chiang, Nicole Franchy y Javier Zapata, representan filigranas poéticas, cuerpos fragmentados, que logran sutil comunicación con un territorio al que no pertenecían. Estos seres hechos de un material utilitario, cuyo empleo se encasilla/clasifica normalmente en el ámbito de la técnica o la construcción, nutren sus almas de metal entrelazándose con su entorno para recibir su aliento de vida.
Bajo la mirada de Chiang los cuerpos semidifusos entran en un peculiar intercambio gráfico con los signos en la pared, derivando en un fascinante compuesto entre su presencia, el graffiti y la atmósfera de una descuidada urbanidad.
Tema central en la obra fotográfica de Franchy son los espacios en construcción, una estética industrial en la que los personajes tejidos entretejen crudamente un discurso dramático en el que fondo y forma se funden en poderosas imágenes de cuerpos que se reinventan.
Actúan y se apropian del momento, del espacio y del espectador. Estas concepciones de alambre van a contar sus cuentos, envolviendo a quien las contempla en leyendas ajenas de oscuro romanticismo. Sin poder rehuir su abrazo, el observador, atado por la imagen fotográfica, revive sus mitos deformados, sumergiéndose en ellos.
La fotografía de Zapata pone en escena un fabuloso encuentro entre la línea y el espacio, entre un Mito eterno y un Ahora efímero. Frente al trasfondo real las transparentes esculturas tejidas en nylon parecen seres inmateriales, libres de la gravedad del volumen tridimensional. Poesía (dibujada) que ha vuelto al espacio tridimensional, a la oscura manera de Poe.
La frontera entre lo real y lo imaginario se disuelve en la imagen fotográfica. La escultura domina y protagoniza, el espacio representa su escenario, recorriendo la obra mientras define su papel. Es la penetración mutua de dos componentes, lugar y objeto, que atrae la imaginación del espectador e invita a este rendez-vous surreal entre espacio, figura e imaginación estimulada. El entorno reanimado termina guardando su secreto.
A través de la escenificación fotográfica de este grupo de artistas nos queda preguntarnos si realmente se puede hablar de lugares inanimados y vacíos. Como lo comprueba la aparición de las etéreas esculturas creadas por Cárdenas, todos los entornos más allá de lo frecuentado y lo habitado ofrecen la libertad propicia para tejer y narrar cuentos de lo transrreal y lo imaginado. Son justamente los espacios supuestamente descuidados en los que reviven de mejor manera estos fabulosos conceptos interiores.
El proyecto Conexiones / Desenlaces formula un gran homenaje al soporte del dibujo, al concepto de la idea y al mundo imaginario. Dos medios, la fotografía –el dibujo de luz (del griego: phos = luz y grafis = dibujo)–, y el dibujo tridimensional de alambre se entretejen y crean la gran fusión entre el momento real y lo fantástico
Antje Ruwisch