sábado

CROMOTERAPIA / CHROMETHERAPY - 2008

Hilar colores, tejer sentidos
No es gratuito que sea la figura de la red la que mejor define el trayecto realizado a través del tiempo por el vocabulario visual de la escultora Nani Cárdenas. La figura de la red como estrategia y como ruta de desplazamientos, pero también como metáfora. Desde aquellas investigaciones iniciales en los intersticios de sentido de la talla en madera hasta el delicado y complejo dibujo en el espacio de Cromoterapia, estamos ante una obra que ha ido adensándose simbólicamente y conquistando territorios de experiencia y de representación. Territorios que se entrelazan, se cruzan y se comunican, y que en ese movimiento encuentran pertinencia.
Hay en este crecimiento expansivo, sin embargo, un elocuente punto de quiebre: una pieza de formato medio llamada Aracne. Una pieza que reelabora, desde la misma elección de los materiales, el mito de la hilandera que desafía a los dioses y es transformada en araña. En la pieza, que representa al personaje como una criatura mutante, la parte humana sube desde la cintura en un grácil trayecto de madera, y la parte animal corre en la forma de una serie de larguísimas extremidades metálicas. Extremidades que son dedos diseñados para hilar, pero que también son, en sí mismos, hilo, promesa de tejido.

Aracne, pues, además de ser una escultura que engarza dos etapas definidas en la obra de la artista –el trabajo con la madera y el hilado en metal–, opera como una poética. Una poética que nos revela el sentido que la obra de Cárdenas le ha venido otorgando al acto de tejer, que es celebración y documento de enlaces, pero también labor de supervivencia. La araña teje para capturar su alimento y definir los límites de su territorio. Y su tela es también su saliva. Es decir, la imagen metonímica de su discurso. De modo que, finalmente, al interior de este apretado universo simbólico, el discurso termina siendo alimento; la representación se nutre del hecho comunicativo.

Y si nos atenemos al mito que da origen a la pieza, y recordamos que aquello que desencadena la tragedia en él es una suerte de desinformación voluntaria –una particular interferencia en la comunicación–, entonces podemos entender a cabalidad la elección de los materiales recientes. Porque en Cromoterapia no se trata de reciclar cables de telecomunicaciones solo por su ductilidad, ligereza y color, sino porque reverbera en ellos una doble acepción: son, a la vez, expectativa y vestigio de encuentros virtuales. Así pues, en su explosión vitalista, en su apariencia de danza de velos y conjuro curador, Cromoterapia es sobre todo una celebración del diálogo.

Al interior de las coordenadas que la obra de Cárdenas propone, el tejido ha dejado de ser funcional, genérico, anclado en el clisé de lo femenino, para convertirse en una representación del dibujo en el espacio: colores puros, trazos libres, nudos y desenlaces. Cada una de las piezas de Cromoterapia actúa rítmicamente; gana volumen y más allá se angosta hasta ser superficie, y se ofrece como boceto de figura humana, animal o vegetal, para luego volver a ser solo línea corriendo, forma pura. Así, Cromoterapia es también un cuaderno de dibujo. Un cuaderno cuyo material es el reciclaje semántico de la palabra tejer.

Diego Otero, Marzo de 2008

1 comentario:

Jairo Rojas Rojas dijo...

ha sido muy grato toparme con su trabajo. Sus esculturas me han dejado delirando, o quizá una sensación similar. Eso, creo, es bueno verdad?
saludos